El cuadro,
perteneciente a Leonardo da Vinci, data del período de tiempo entre 1503 y
1506. Es un óleo sobre tabla de álamo de 77 x 53 cm, cuya técnica empleada fue
el “sfumato”: un procedimiento muy típico de Leonardo da Vinci en el que se
superponen varias capas de pintura muy fina y delicada, consiguiéndose un
efecto vaporoso que imprecisa los contornos dando sensación de borrosidad.
Pero a pesar de la
cantidad de información técnica e histórica que se tiene acerca de la Mona
Lisa, lo cierto es que nunca se han llegado a saber una serie de cosas: quién
es esta misteriosa mujer y, sobre todo, por qué sonríe.
Según información
recogida, e incluso elaborados estudios históricos, la tesis más votada es que
esta mujer era esposa de Francesco Bartolomeo del Giocondo (de ahí lo de “La
Gioconda”), cuyo nombre era Lisa Gherardini.
Esta teoría sería
apoyada en su libro “Mona Lisa, mujer ingénua” el historiador italiano Giuseppe
Pallanti, convencido de que se trataba de Gherardini, una dama de Florencia que
se habría casado por segunda vez con Francesco. Éste se habría quedado viudo y
habría tenido con Lisa cinco hijos vástagos. Según los estudios, se habrían
casado cuando Lisa tenía 16 años y habría posado para Leonardo cuando contaba
con 24 o 25. El historiador la habría llamado “donna ingenua” porque éste era
un apelativo cariñoso que el marido empleaba con ella.
Otras hipótesis
apuntan a que se trataba de una cortesana, o de una modelo irreal imaginada por
el artista. Incluso, se ha llegado a decir que se trataba del propio Leonardo.
No obstante, la tesis
inicial parece ser la más convincente. Pallanti da pruebas fehacientes de ello.
Así, se confirmarían las teorías expuestas por el escritor italiano Giorgio
Vasari en “Vidas de los mejores pintores, arquitectos y escultores italianos”,
que se publicó en 1550 y que sería ampliada en 1568.
Una vez concretado
esto, la pregunta sería ¿y de qué se ríe Mona Lisa?
Hasta la Universidad
de Yale en Estados Unidos nos acercamos para explicar las investigaciones allí
llevadas a cabo. Éstas dicen que la dama sonríe porque está esperando un hijo.
Una razón es que, tal como el síntoma de una embarazada, Lisa tiene las manos
hinchadas. Además, la manera en que éstas reposan sobre el vientre da sensación
de protección de su bebé.
Se dice que Leonardo
la pintó consiguiendo un efecto por el cual si miras directamente la sonrisa,
ésta desaparece y sólo reaparece cuando se observa cualquier otra parte del
cuadro.
Sea como sea, nunca
se ha llegado a saber el verdadero estado de ánimo de la Mona Lisa. Qué se
esconde tras esa misteriosa y desconcertante sonrisa, que según se mire parece
pícara, protectora, triste, serena o hasta malévola.
La Gioconda es el
cuadro más famoso que existe. De ahí que aunque nunca haya sido tasado, si lo
fuese, probablemente alcanzaría la cifra más alta de la historia del arte. Por
ello, no es extraño que fuese robado del Louvre por Vicenzo Perrugia (pintor
italiano) en 1911 aunque apareció dos años más tarde en Italia.
El cuadro no sólo fue
robado, sino que también ha sido rociado con ácido y golpeado con una piedra
arrojada por un hombre en el propio Louvre.
Es con diferencia la
pintura más visitada del museo (6 millones de visitantes en el año 2001).
En 2005 fue instalada
tras una vitrina antibalas en una sala especial donde está protegida del calor,
la humedad y el vandalismo. El traslado y acondicionamiento tuvo un coste de 6
millones de dólares que corrieron ha cargo de la misma cadena televisiva
japonesa que patrocinó la restauración de la Capilla Sixtina.
Parece ser que la
protagonista del cuadro es Lisa Gherardini, una dama florentina casada con
Francesco del Giocondo, banquero napolitano. No obstante existen otras
posibilidades sobre quién es la protagonista del cuadro. Hay quien dice que es
la española Constanza de Ávalos, y arriesgándose aún más hay quien afirma que
el retratado es Francesco del Giocondo o incluso el propio Leonardo.
Una peculiaridad de
la dama que aparece en el cuadro es que no tiene cejas ni pestañas. Aunque hoy
en día nos extrañe, era una costumbre común entre las damas florentinas de la
época, depilarse todo el vello de la cara.
Es la última gran
obra de Leonardo, y de hecho estuvo retocándola hasta sus últimos días,
llevándole cuatro años completar el proyecto. A posteriori se sabe que
pertenecio al amigo y mecenas de Leonardo da Vinci, el rey Francisco I de
Francia y más tarde a Napoleón sin pertenecer en ningún momento a la familia
Giocondo.
Giorgio Vasari, que
escribió sobre la vida de los artistas de la época nos cuenta: “Los ojos de
Monna Lisa tienen una brillantez lustrosa y los matices de la figura están
realizados en colores pálidos, rosados y grises… Las pestañas y las cejas están
perfectamente diseñadas, lo cual implica una gran técnica y mucha dificultad…
La nariz es bellísima…”
Vasari también dice
en sus escritos que mientras Leonardo pintaba a su modelo siempre había alguien
cantando, tocando música o contandole una historia y que de esa manera
consiguió la expresión placentera en su rostro.
La combinación de la
“perspectiva aérea” y de la técnica del “sfumatto” (=difuminado) consiguen una
estupenda sensación tridimensional y de profundidad. Los críticos de arte
coínciden en afirmar que lo mejor del cuadro son las manos y por supuesto la
enigmática sonrisa sobre la que Margaret Livingstone, experta en percepción
visual dijo: “una ilusión que aparece y desaparece debido a la peculiar manera
en que el ojo humano procesa las imágenes”. La experta opina que debido al
funcionamiento del ojo humano si se mira directamente a la boca la sonrisa
desaparece, mientras que si se mira a los ojos u otra parte del cuadro la
sonrisa vuelve a aparecer en el rostro de la Gioconda.
Sobre la boca de la
Mona Lisa, J.E. Borkowski comenta que el rictus bucal es como el de las
personas que han perdido sus incisivos o que padecen bruxismo, un hábito que
lleva a rechinar los dientes por estrés o durante el sueño.
No deja de llamar la
atención la opinión de un profesor de Yale, según él la sonrisa es debido a que
la dama está embarazada. Llega a esta conclusión tras analizar la forma de la
cara, los dedos hinchados y el gesto de las manos sobre el vientre (muy típico
de las embarazadas).
Según la publicación
británica New Scientist y en base a los estudios de la Universidad de Amsterdan
la sonrisa de la Mona Lisa está compuesta de las siguientes emociones:
83% se debe a la
felicidad
9% es sentimiento de
disgusto
6% de miedo
2% de enojo
El estudio está
basado en el análisis de la expresión por un programa informático (diseñado por
la Universidad de Illinois) que evalúa emociones interpretando los gestos de la
cara